Encuesta Democracia UDP & Feedback, noviembre 2025
Una mirada profunda a las percepciones, actitudes y expectativas ciudadanas que nos muestran un país inclinado al autoritarismo pragmático
RESULTADOS
1. Apoyo normativo alto, adhesión funcional débil
Prefieren la democracia, pero eso no está garantizado: 61% prefiere la democracia, pero un 39% la relativiza o la acepta condicionalmente. La democracia sigue siendo la forma de gobierno preferida por la mayoría, pero su legitimidad ya no es incondicional.
La insatisfacción con la democracia se normaliza: 57% está insatisfecho o muy insatisfecho con la democracia. Más que un síntoma de crisis puntual, esta mayoría expresa la consolidación de una frustración estructural frente a las promesas incumplidas del sistema democrático.
2. Normalización del autoritarismo pragmático
Mano dura con carta blanca: 57% respalda medidas de “mano dura” incluso a costa de libertades. La ciudadanía muestra una disposición mayoritaria a sacrificar derechos fundamentales en nombre del orden y la seguridad.
La nueva centralidad del orden en la socialización ciudadana: 38% “respeto” y 20% “responsabilidad”, concentran la preferencia por la socialización temprana de valores. El orden y la disciplina ya no son vistos como contrapesos de la democracia, sino como componentes legítimos de su funcionamiento, al punto que valores como “respeto” o “responsabilidad” gozan de la preferencia de la mayoría de los encuestados.
3. El cambio radical está a la derecha
Los votantes de derecha son los más ansiosos por el cambio: ±36% del total está de acuerdo con que “debe haber un cambio radical en el país en el menor plazo posible, para resolver los problemas de la gente”, cifra que aumenta a ±54% entre quienes se identifican con la derecha. Hay un consenso abrumador en torno a la necesidad de transformaciones profundas, pero el país parece dividido respecto del ritmo y la forma del cambio.
Perfil híbrido: apoyo democrático + disposición autoritaria. ±58% está de acuerdo con que “Chile necesita más orden y autoridad, aunque se limite la libertad en algunos casos”. El autoritarismo ha dejado de ser una posición marginal, ideológicamente radical o socialmente estigmatizada, para convertirse en una disposición psicológica normalizada en amplios sectores de la población.

